August 26, 2012

Reivindicando a Juan Jiménez "El Cuacua"

Tras las merecidas vacaciones, interrumpidas de vez en cuando por cuestiones de trabajo, vuelvo a la carga con uno de mis cantaores: Juan Jiménez "El Cuacua".

El marchenero Juan Jiménez Reyes, era hijo de la Jilica de Marchena, aquella cuyo estilo de Soleá (Cuando paso por tu puerta...) llevó al disco la Niña de los Peines, precisamente con el acompañamiento de Melchor de Marchena, otro de los miembros más notables de esta familia flamenca del mejor linaje.

De Juan se conocen episodios aislados de su vida artística. Como le ha ocurrido a tantos otros, su trayectoria flamenca ha pasado en cierta forma desapercibida para la afición en general, pero lo más doloroso del caso es que reunía una serie de condiciones que rara vez se dan en una misma persona: de eco flamenquísimo, practicaba una cante de jipío, expansivo, que combinaba con una técnica impecable, preñando sus interpretaciones de una carga de emotividad que inevitablemente ha de satisfacer al aficionado más exigente.

El 29 de junio de 1938 aparece formando parte de la variada programación del Rialto madrileño, donde estaría un larga temporada con Paco el Lorquino a la guitarra, una auténtico trotamundos flamenco:

A los pocos días reaparece en el Durruti, pero esta vez con Perico el del Lunar a la sonanta:

Como ocurrió con otros tantos cantaores de elevadísima calidad, pero que no fueron celebridades en su tiempo (Juanito Mojama o Isabelita de Jerez, por nombrar a dos de los más notables), sus grabaciones son escasas, dispersas, y por ende, difíciles de hallar. De nuestro cantaor sabemos que grabó para la casa Gramófono una cortísima serie de cantes: Martinetes, Fandangos, Seguiriyas... quizá una Soleá, y poco más. Se comercializaron los dos primeros cantes en un disco de pizarra (78 rpm) justo antes de la Guerra Civil, mientras que las Seguiriyas aparecieron en uno de aquellos EPs de Los Ases del Flamenco, acoplado con otros artistas, a finales de los años cincuenta, ya en microsurco.

Desde entonces, su obra quedó en silencio, aunque su nombre siguiera sonando, de tarde en tarde, en conversaciones de ciertos aficionados, que o bien lo escucharon en su época, o bien tuvieron la fortuna de localizar su primer disco, como fue mi caso, hace veinte años. Afortunadamente, en el año 2007, José Blas Vega en su (muy recomendable) obra 50 Años de Flamencología, tuvo el acierto de incluir uno de sus cantes en el CD que acompañaba dicho trabajo.

Algunos de los aspectos que comentaba al inicio pueden apreciarse en los Martinetes que grabó en la primavera de 1936, en los que contó con la colaboración de Fernando el de Triana, que fue el autor de la letra. Debe destacarse la ligazón de su cante, en línea con la mejor escuela, los micro-alivios que emplea con objeto de que la carga emotiva no decaiga, así como la forma de recoger el cante.

Recomiendo subir el volumen y disfrutar de la interpretación:

Para skyline, el de Écija con sus torres.

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